En un pequeño pueblo, a escasos kilómetros de Toledo capital, me topé con una interesante construcción que alerto mi curiosidad. Enseguida me encontré preparando la mochila con todo lo necesario para comenzar la intrusión.

Tan solo unos perros de la finca cercana se percataron de mí presencia, pero no se molestaron ni en ladrar. Encontré un lugar por donde acceder de forma sencilla. Y por ese hueco comencé a contemplar lo interesante del lugar.

La fábrica de harina lleva entre 35 o 40 años cerrada. Durante este tiempo ha pasado por varios dueños y funciones. En su época de máximo esplendor fue cuando estaba dedicada a la fabricación de harina, ya que posteriormente fue arrendada a sus propietarios para dedicarse a la ganadería y este todavía no sería su último uso. Antes de salir a subasta pública los terrenos y la referida fabrica, nuevamente fue adquirida a los herederos para dedicarse a la manufactura de fibra de lino.

El último y actual propietario es un abogado del lugar. Este parece haber arrendado la fábrica a su nuevo inquilino, el Sr. abandono.​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​